Sin duda, los resultados del sistema educativo se miden por la calidad de sus ciudadanos. Una buena calidad de educación se refleja en ciudadanos de calidad, responsables y con actitud positiva. El resultado es una sociedad próspera y con bienestar para la mayoría de la población, donde predomina la clase media y la pobreza es inexistente. Es decir, en una sociedad de calidad no existe la inequidad y no hay lugar para la corrupción.
En el Perú, y en especial en la región Ayacucho, se observa un fenómeno contrario. A pesar de que se han construido miles de centros educativos hasta en la punta del cerro, y existen muchos miles de profesores que se comen la mayor parte del presupuesto regional en planillas, el resultado nos indica que sólo el 12 % de los escolares entienden las clases y pueden comunicarse adecuadamente. De igual manera, sólo el 7 % de los escolares pueden razonar lógicamente. ¿Y los demás? Han asistido en vano a los salones de clase y la enseñanza no les sirve para nada, luego pasarán a formar parte de la población pobre sin mayores aspiraciones.
Esta situación es una verdadera catástrofe para el país y la región, porque en última instancia es el caldo de cultivo de la pobreza que se mantiene en un nivel alto y escandaloso, pues un ser humano que no puede comunicarse adecuadamente ni razonar, vive mecánicamente y constituye un lastre pesado que impide el desarrollo de la sociedad. Por ello podemos ver ciudadanos que echan basura en la calle, no respetan las normas de la sociedad, groseros, irrespetuosos, sucios: un verdadero patán que atenta contra las buenas costumbres y la convivencia civilizada. A causa de este tipo de ciudadanos Ayacucho es una ciudad barriada, desordenada, sucia y sin rumbo, un fiel reflejo de su gente y sus autoridades.
Una de las consecuencias de la pésima educación es que la población en épocas de elecciones elige como autoridades a los peores elementos de la sociedad, y por eso tiene la calidad de autoridades que se merece. No se podría esperar que un pueblo inculto y semisalvaje elija a un candidato de calidad, sino dos testaferros de mafias internacionales y semianalfabetos como Neyra y Oscorima. Existe una correspondencia lógica y natural.
Entonces, la pregunta es ¿Qué enseñan los profesores en las aulas de clases? Si ni siquiera han podido influir en el voto responsable de la población. ¿Qué están enseñando los miles de profesores clasistas, combativos y mariateguistas? Si ni siquiera pueden mejorar la conducta de la gente en su hogar y en el trabajo. He visto con tristeza que varios profesores sutepistas estaban en las filas de Rofilio Neyra porque éste había traído el futbol profesional a Ayacucho. Para estos descerebrados el futbol era la justificación para elegir a un analfabeto como presidente regional. ¿Creen que con esta calidad de ciudadanos habría desarrollo regional y local?
Obviamente, toda esta situación ha sido planificada cuidadosamente por las élites del gobierno central. La estrategia es la siguiente: dar al pueblo una pésima educación para que siempre elija a sus propios verdugos. Es decir, la pésima educación es un instrumento de dominación que garantiza a la clase política corrupta mantenerse en el poder, porque sólo un pueblo inculto elegirá tal calaña de autoridades como Fujimori, Alan García, Toledo, Castañeda, etc.
Y los combativos profesores del SUTEP no entienden esta trampa y se prestan cual títeres a cumplir al pie de la letra los mandatos del Ministerio de Educación, y no tienen la menor imaginación para contribuir al cambio de la sociedad; sólo les interesa ganarse un sueldo y lo demás no importa. En consecuencia, la solución del problema de la educación no está en la construcción de más aulas o la distribución de carpetas, tal como piensan la mayor parte de los candidatos semianalfabetos, sino en la mejora de la calidad de la educación, el cual tiene que ver mucho con el contenido y objetivos de la enseñanza.Por: Percy Yupanqui