Los narcoterroristas que operan en la selva del Valle de los ríos Apurímac y Ene, conocido como VRAE, no solo están cercados en sus escondites ubicados a más de 2,000 metros de altura por los efectivos del Comando Especial del VRAE, que jefatura el general EP Leonel Cabrera, sino también están perdiendo la guerra cívica y sicológica en su confrontación con la sociedad peruana y las fuerzas militares y policiales.
Este reconocimiento lo expresan en un documento interno obtenido por el servicio de inteligencia del Comando Especial del VRAE, al que accedió LA RAZÓN durante un recorrido por esta zona de emergencia, en el que expresan su temor de que los programas de acción cívica que realizan los militares consigan apartar a las masas populares de la revolución armada.
La obtención del documento fue hecha durante una incursión militar a un campamento narcoterrorista, en la cual sus ocupantes tuvieron que fugar con la ropa que tenían puesta y abandonaron abundante armamento, municiones, y documentación escrita y gráfica sobre un denigrante y repudiable secuestro de niños y reclutamiento forzado de mujeres.
El documento en referencia es un folleto de 45 páginas titulado “Balance de la Primera Contracampaña Política y Militar de la Guerra Popular Democrática de Resistencia Nacional Antiimperialista Yanqui”, aparentemente escrito por el cabecilla narcoterrorista del VRAE, Víctor Quispe Palomino, que se hace llamar “Camarada José”.
Se trata de un informe rendido en un evento partidario realizado el año pasado en un lugar que las fuerzas del orden conocen y mantienen en reserva, sin duda en uno de los 15 distritos de las provincias de Huanta y La Mar (Ayacucho), Tayacaja (Huancavelica), La Convención (Cusco) y Satipo (Junín), que conforman el VRAE.
En este documento, “José” expone sobre la guerra que le han declarado a la sociedad peruana, hace un balance de lo que ellos llaman “enfrentamiento militar exitoso” con las fuerzas armadas y algunas reflexiones políticas en las que reconoce que están perdiendo la guerra cívica y sicológica.
Antes de definir esta situación, el documento califica a las operaciones emprendidas por el Comando Militar Especial del VRAE como “guerra de baja intensidad”, que tiene “tres componentes básicos: 1) acción militar, 2) acción cívica y 3) guerra sicológica·, con el “objetivo principal de aniquilar a la dirección del Partido Comunista (narcoterrorista)..
Seguidamente, refiere que las acciones militares ejecutadas a partir del 30 de agosto del 2008, les fueron enteramente favorables, porque asegura “que no tuvieron bajas, aniquilaron a 72 militares y ganamos 19 fusiles “Galil”.
Seguidamente, manifiesta que no les preocupa la presencia de seis bases militares establecidas en el Vizcatán “porque están asentadas pasivamente en terreno desfavorable y en posición vulnerable de blancos fijos y fáciles de ser golpeados”.
En un evidente afán de levantar su derrumbada autoestima, asegura que en las zonas donde ellos tienen dominio, el pueblo recibe beneficios que el Estado no entrega por estar ausente o por la incapacidad de la política nacional, y luego mofándose de las seis bases militares “que cercan a Vizcatán, por acción del general “Sun Tzu”, en alusión al actual del Comando Especial del VRAE, Leonel Cabrera Pino, asegura que “el Vizcatán es sólo una de otras 50 salidas que tiene el VRAE, y que los militares están lejos de controlar todo.
Pero, el triunfalismo que exhibe “José” se cae como un castillo de naipes cuando a renglón, contradictoriamente, anuncia su temor de que “los programas cívicos logren el respaldo de la población”.
“Estos procedimientos –dice textualmente- tienen como objetivo apartar a las masas populares del Partido Comunista y de la revolución armada y eventualmente, ponerlas en contra suya y hacer pelear masas contra masas, pueblo contra pueblo y pobres contra pobres”.
Aunque el cabecilla narcoterrorista no lo dice en el documento, alude al movimiento de los Comités de Autodefensa (CAD), conocidos como “ronderos”, los mismos que en la década del 90, en el marco de una estrategia política de acercamiento a la población, ejecutada por el presidente Alberto Fujimori, derrotaron a Sendero Luminoso.
En efecto, los CAD en su congreso realizado en Satipo, en el mismo corazón del VRAE, han anunciado que están en franco combate al narcoterrorismo, a la par que insistido en llevar al Estado, mediante obras de infraestructura y acciones cívicas, hasta los mismos pueblos donde ha estado ausente.
Respecto a la guerra sicológica, en la cual las fuerzas armadas han conseguido sobre todo en el 2009 apartar a importantes sectores populares de la influencia narcoterrorista, el cabecilla “José” trata de minimizarla y restar importancia a las deserciones de importantes cuadros que se pasaron a las filas de las fuerzas del orden, y que a su criterio han favorecido el incremento de la “propaganda contrarrevolucionaria”.
Los narcoterroristas del VRAE, por primera vez, admiten y reconocen estas deserciones, mencionándolos por sus nombres de combate y llamándolos capituladores, a: “Edyaedi”, “Antonio”, “Daniel”, “El champita”, “Lino” y “Sapo”, e igualmente asumen haber ejecutado a los desertores conocidos como “Simeón” y Hugo “Uchicha”.
En su afán de minimizarlos, califican a los desertores de “individuos, que mientras estaban en las filas de la revolución no tenían espíritu de organización y disciplina, eran flojos en el trabajo y el estudio, adeptos a las comodidades, gollerías, corrupción, anarquistas, individuos con tendencias al pillaje, botín y saqueo”, etc.
En resumen, el informe de los narcoterroristas confirma que se encuentran golpeados y reducidos a permanecer en sus refugios ubicados en cerros y quebradas, como en el caso de “José”, localizado en la “Cueva de los Zorros”, en el cerro Bidón, a 2,000 metros de altura, de donde ninguno de ellos pueden entrar o salir.
El asalto final para desalojarlos ha sido retrasado por la presencia de “minas” caseras sembradas en las rutas de acceso a esos refugios localizados, no solo en Bidón, sino también en las alturas de Sanabamba, Monobamba, Pampa Hermosa, Jatumpampa, Quebrada Pesca, entre otros, colindantes con el curso del río Mantaro.
Los accesos terrestres y fluviales son controlados al milímetro, no solo para cortar el desplazamiento de las huestes de “José”, sino para intervenir los transportes de pertrechos, alimentos e insumos químicos para los narcoterroristas.