viernes, septiembre 23, 2011

VUELO BAJO EN EL VRAE

Estamos en situación de emergencia aérea”, admitió a CARETAS un alto oficial del Comando Conjunto de las FF.AA. que pidió mantener su identidad en reserva. “El ataque terrorista al helicóptero del Ejército (el miércoles 14) no debería sorprendernos. Nos hemos convertido en un blanco fácil para ellos (los terroristas del Valle de los Ríos Apurímac Ene, VRAE)”, sostiene.

El atentado ocurrido en el distrito de San Martín de Pangoa, en Satipo, Junín, en el que murieron 2 oficiales del Ejército, en efecto, es el último en una larga cadena de ataques terroristas contra aeronaves de las FFAA en el VRAE.
Un voluminoso informe del Ministerio de Defensa, al cual tuvo acceso esta revista, revela que, en los últimos 3 años, se registraron unos 23 atentados contra helicópteros de la FAP y el Ejército destacados en el VRAE.
De ese número, se reportan 13 ataques contra 7 helicópteros de la FAP.
11 de los “incidentes” ocurrieron en Ayacucho y 2 en Junín, en momentos en que las aeronaves realizaban “misiones de rescate” (Ver Recuadro).
En todos estos casos, los helicópteros sufrieron “daños por impacto de balas en diferentes partes, trayendo como consecuencias serios daños a las aeronaves” y bajas en la tripulación. La reparación de estas 7 aeronaves le ha costado al Ministerio de Defensa más de US$ 8 millones, según el informe.
Del mismo modo, se registran 10 ataques senderistas contra solo 3 helicópteros MI-17 del Ejército en el VRAE, a un ritmo de tres por aeronave, en los últimos 3 años (Ver Recuadro). De ese número, 7 incidentes fueron reportados en Ayacucho y 3 en el departamento de Junín. Las continuas reparaciones de estos 3 helicópteros ascienden a US$ 1 millón.
En este listado no aparece el helicóptero MI-17, serie EP 617, acribillado el miércoles 14, por lo que se supone que no habría sufrido ataques previos. Tampoco se hace referencia a los casos en que Sendero derribó a 2 helicópteros en el VRAE. El primero de ellos ocurrió el 4 de octubre de 1999, durante el gobierno fujimorista, en Anapati, cerca a San Martín de Pangoa. Una columna, al mando del camarada ‘Raúl’, dinamitó un helicóptero MI-17 con 35 militares a bordo, entre ellos el general EP Eduardo Fournier, quien escapó con vida. Murieron 4 oficiales y un suboficial EP (CARETAS 1588). Los senderistas se apropiaron de la ametralladora MAG del helicóptero caído.

Una década después, el 1 de setiembre de 2009, los terroristas derribaron a un helicóptero MI-17 de la FAP, cuando recogía a unos heridos en la localidad de Sinaycocha, Ayacucho. Fallecieron tres de los tripulantes. Los terroristas se llevaron las ametralladoras PKM y PKT de la nave derribada.
Hay un patrón en estos ataques: los senderistas, agazapados en los cerros boscosos del VRAE, aguardan el momento del aterrizaje (o despegue) de los pesados helicópteros para abrir fuego y desatar a la muerte. ¿Por qué los helicópteros no repelen con éxito estas emboscadas? El último atentado de San Martín de Pangoa da algunas respuestas y aviva el drama.

VUELO BAJO

La tarde del miércoles 14, 4 helicópteros (2 del Ejército y 2 de la FAP) partieron de la Base de Pichari hacia una zona conocida como Flora, en San Martín de Pangoa, para ubicar a una patrulla “sembrada” allí dos días atrás.

El procedimiento indicaba que el helicóptero MI-17, serie EP 617, piloteado por el comandante EP Esneider Vásquez, recogería a la patrulla, mientras las otras 3 aeronaves se mantendrían en el aire como resguardo.
Esneider, 43, cajamarquino y con 3,000 horas de vuelo en su haber, aterrizó en la zona prevista a las 5 y 30 pm. De pronto, de entre la espesura de la selva, los senderistas empezaron a disparar hacia la cabina del piloto.
Una de las balas le atravesó el tórax, matándolo. Otro proyectil perforó la espalda del capitán EP Jenner Vidarte, chiclayano, 35, quien fue el último en abordar el MI-17. “Vi su rostro de dolor (del comandante Esneider). Intentó decirme algo, cuando su cuerpo se desplomó sobre el control de mando. Fue entonces cuando tomé el control de la nave”, contó el capitán Jorge Matallana.
El suboficial Freddy Ramos cogió una ametralladora PKM y apuntó hacia el lugar desde donde provenían los disparos. Eso ayudó al despegue y, finalmente, el heroico Matallana pudo conducir el MI-17 de regreso a Pichari.
La nave recibió unos 50 impactos de bala 7.62, una munición de base ancha, con más pólvora y con un núcleo de acero, lo que la hace más potente.
Una primera pregunta es por qué las 3 aeronaves que sobrevolaban la zona no dispararon contra los terroristas. Los helicópteros que están en el VRAE poseen el sistema radial ARC-710, adquirido en Israel en 2008, que permite a sus tripulantes comunicarse en pleno vuelo, pero este falló. Matallana dijo a CARETAS que, probablemente, una de las balas “inoperativizó la radio, bloqueando la comunicación”. Sin embargo, fuentes militares de alto nivel revelaron que las radios no funcionan correctamente por una “falla de compatibilidad en el sistema”. Eso quiere decir que no hay comunicación entre los helicópteros que continuamente sobrevuelan el campo de batalla.
El voluminoso informe del Ministerio de Defensa, fechado en abril de este año, añade otras graves carencias de las aeronaves militares del VRAE:
- Los 6 helicópteros MI-17 del Ejército en Pichari carecen de blindaje, lo que explica por qué los proyectiles atraviesan fácilmente sus fuselajes.
- Los helicópteros de la FAP, modelo Mi-171sh, sí tienen blindaje adecuado, pero se han reportado problemas en el sistema de sensores nocturnos FLIR.
- Los cohetes de 57 mm. de las aeronaves del Ejército ya están vencidos. Se han presentado “incidentes” de cohetes que han explotado dentro al momento de dispararlos. (Este año, el Ejército compró un nuevo paquete de cohetes a Brasil, pero hasta hoy no los recibe). También hay escasez de municiones para las ametralladoras calibre 50 mm. que han sido acondicionadas a los MI-17.
Así se libra la guerra en el VRAE. El resultado es previsible: en los últimos 3 años, han muerto 60 soldados en unas 25 emboscadas, aproximadamente. Las bajas senderistas no llegan a la decena y no hay capturas significativas.
El sábado 17, durante los funerales de los oficiales caídos en Satipo, el presidente Ollanta Humala calificó de “miserables” a los terroristas del VRAE y prometió poner orden en ese convulsionado valle. Haría bien en visitar los hangares de la base de Pichari y revisar el presupuesto del sector Defensa que este año se redujo en S/. 300 millones. Porque, como señala el ex ministro de Defensa, general EP (r) Roberto Chiabra, la estrategia en el VRAE “no caminará si no puedes ni moverte por falta de logística. Eso es un gravísimo error, un abuso. ¿Dónde están los derechos humanos de los soldados?”. (Américo Zambrano)